Arno Brandlhuber, arquitecto, apartamento en Berlín y Antivilla en Potsdam (Alemania)
Este lema le está funcionando muy bien a Arno Brandlhuber. Como buen arquitecto, vive y trabaja en una de sus propias creaciones: el 0113 en Brunnenstrasse en Berlín. Tras unas paredes hechas de policarbonato, este espacio sirve de punto de encuentro para artistas y creativos de la ciudad. La escalera irregular de hormigón que hay en el patio se retuerce sobre sí misma por cuatro plantas para conectar una galería, una editorial y el despacho de Arno. En la planta más alta está su apartamento. Nada de todo esto existía en 2009, solamente el sótano y los cimientos para el ascensor.
En vez de utilizar el ascensor, Arno hoy sube andando. Se aparta el cabello de la frente y se dispone a hacerse un café en su cocina americana. En este piso todo es diáfano. La única puerta que hay es la del baño, es el único espacio con privacidad. Pero este es un piso para vivir en él. Porque aunque Arno también trabaja aquí arriba, no lo utiliza a modo de exposición. Según el arquitecto: es lo que es, y eso puede cambiar según las ganas o la necesidad.
Lo mismo ocurre con la Antivilla, una antigua fábrica en Krampnitz, cerca de Potsdam, con la que Arno está creando sensación. Esto ha sido gracias a su concepto de energía sostenible, además de por sus innovadoras ventanas, talladas por Arno y sus amigos con ayuda de un mazo. Ahora son más grandes y las vistas sobre el lago son aún mejores, un detalle que es tan importante para el arquitecto como unas técnicas de construcción económicas.
"Te enamoras por primera vez de alguien que quizá también se esté enamorando por primera vez. Sueñas con eso toda tu vida, pero nunca volverás a experimentarlo. Los proyectos de construcción son parecidos".
¿Qué hace que la reutilización sea mejor que construir algo nuevo?
A veces ocurre que durante la pubertad te enamoras por primera vez de alguien que quizá también se esté enamorando por primera vez. Sueñas con eso toda tu vida, pero nunca volverás a experimentarlo. Los proyectos de construcción son parecidos. En su mayor parte ya tienen un uso, una aplicación, un sentimiento. Habría que rediseñarlos en vez de demolerlos.
Un concepto clave para ti es la construcción económica. ¿Qué deberían tener en cuenta los principiantes?
Si lo haces todo de la forma correcta, no estarás construyendo de un modo económico. Pero cuando quieras hacer todavía más cosas de la manera correcta, podrías decir que algunos elementos estándar no son ni siquiera necesarios. Por ejemplo este suelo. Es un hormigón alisado sencillo. Si lo comparamos con la construcción con cascarones de hormigón, supone un incremento de cinco euros. Si quieres, puedes añadirle una alfombra persa y embellecer el hormigón como más te guste.
Aparte de las alfombras persas, ¿qué otras formas hay de dar un buen acabado al material?
No tengo preferencia por ningún acabado. Pero por supuesto, ha habido algunas veces en las que ha quedado bastante hormigón a la vista. Por ejemplo, en Sudamérica. Allí normalmente usan como una losa de madera, parecido a aquí en Brunnenstrasse. Si le añades unas cuantas plantas con hojas alargadas, verás que queda bien. Quizá vaya siendo hora de hablar del temor que hay en Alemania, el tremendo reparo cuando se habla de hormigón. Probablemente venga de los proyectos residenciales de finales de los 50 y sobre todo de los 60. Algo se nos quedó atravesado entonces. Y el rigor social asociado a estos enormes proyectos de vivienda también se vincula a menudo con el hormigón como material de construcción. Pero a estas alturas, esa mentalidad practicamente ha desaparecido. No creo que nadie hoy en día vea el hormigón de un modo diferente a la madera, el plástico o el vidrio. Pero como no suele apetecernos mirar hacia el futuro y vivimos obsesionados con el pasado, seguimos hablando del hormigón como un mal componente.
¿Qué es lo que te gusta tanto del hormigón?
Es uno de los mejores materiales que hay, primero porque es suave, luego porque se calienta cuando se asienta. Puede tomar cualquier forma, en principio no tiene ninguna dirección. Y finalmente, porque se convierte en lo que tú quieras. Puede ser un suelo, o una viga, o puede ser una encimera para la cocina. Y eso lo hace muy interesante para mí. El hormigón es uno de los pocos materiales que permiten que les des forma así.
"[El hormigón] es uno de los mejores materiales que hay, primero porque es suave, luego porque se calienta cuando se asienta. Puede tomar cualquier forma, en principio no tiene ninguna dirección".
¿Cuánto tiempo sueles pasar en Krampnitz?
Paso mucho tiempo en la carretera, probablemente la mitad del año. ¡Y por eso me alegro tanto de estar aquí en Brunnenstrasse! En cuanto a Krampnitz, he de decir que pasar el verano con acceso al lago es algo excelente. Y tanto allí como aquí, el uso del espacio no está formalizado. Es posible y deseable que se le den multiples usos. La Antivilla es mi estudio, es donde celebro eventos y coloquios, pero también se queda gente a dormir a veces.
¿Hubieras acometido este proyecto si no hubiera estado ubicado junto a un lago?
No. ¿Qué se me habría perdido allí si no? Es maravilloso comenzar el día nadando un poco. Es muy vigorizante. Otros rituales típicos como tomar un espresso doble o darse una ducha fría palidecen en comparación. Salgo a nadar por la mañana y luego trabajo un par de horas. Y en esas dos horas, termino el trabajo de media jornada.
Aun así, considero que la ciudad proporciona el mejor modo de vida, ya que permite integrar estilos de vida muy diversos. A este respecto, creo que todo debería enfocado a las ciudades y a sus alrededores. En esas zonas, te encontrarás muchísimas construcciones así.
Por ejemplo, la Antivilla. ¿Cómo la encontraste?
De forma parecida a la casa de Brunnenstrasse: se ofrecía una parcela de terreno en la que ya había algo, en este caso una vieja fábrica textil. La parcela se ofrecía para construir una casa unifamiliar de 350 metros cuadrados. Pero en ella ya había un edificio de 1600 metros cuadrados. Imagínatelo. Pagar el precio del terreno para una casa unifamiliar, más los costes de demolición, en vez de simplemente utilizar la construcción existente. De este modo obtienes el doble de beneficios. Ningún coste de demolición y un cascarón de hormigón para la construcción. Y en vez de una asignación de 350 metros cuadrados, puedes disfrutar de 1600 metros cuadrados reutilizables. Y si tuvieras en cuenta toda la energía que se ha puesto en ese edificio que ya existe, te gastarías mucho menos en aislamiento. Y el resultado de energía global indicaría que los edificios antiguos son ante todo unos privilegiados. A este respecto, este es un modelo que debería aplicarse más a menudo.
En cambio, al principio fuiste muy criticado en el vecindario de la Antivilla. ¿Cómo afrontas este tipo de cosas?
Ah, eso no me ha ocurrido solo con la Antivilla. El Senado Cultural de Berlín está aquí enfrente de nosotros en Brunnenstrasse. El nombre que le ponen a nuestro edificio es "el garaje", por todo el policarbonato que hemos utilizado. Entonces, si pensamos que no estamos simplemente siguiendo el concepto general existente de lo que es un edificio bello, y que estamos desarrollando el edificio siguiendo unas decisiones muy específicas que son consistentes, te encuentras con un panorama totalmente diferente. Y ese panorama es en principio algo desconocido. Y sabemos que algo desconocido puede causar rechazo rápidamente. Es lo que ha ocurrido aquí y también en Krampnitz.
Por supuesto, la Antivilla empezó por asombrar a los vecinos. Y hay otros factores, como por ejemplo que mucha gente solía trabajar en esa fabrica. Muchos perdieron su empleo. Así que las expectativas de que alguien fuera a convertir la fabrica en algo nuevo eran bastante negativas desde el principio. Pero desde entonces, hemos llegado a un punto en el que hay tours en bicicleta que lo utilizan como destino y que anuncian con un megáfono: "Esta es la Antivilla sobre la que habéis leído tanto". Y además, hay señoras del pueblo que han empezado a traer cestas con manzanas y nueces. Es un proceso por el que tienes que pasar cuando eres nuevo en el pueblo. Creo que es bastante normal.
Y te has traído muchas cosas contigo, siempre estas rodeado de colegas, artistas y creativos. ¿De qué manera os inspiráis los unos a los otros?
Es muy sencillo. Si preguntas algo a un fruticultor, te responderá con una fruta. Si preguntas a un arquitecto, te responderá con un edificio, y eso ocurre en el caso de mucho artistas visuales. Cuando paso tiempo con otros creativos, siempre responden desde perspectivas distintas. Y solo así soy capaz de imprimir algo en una finca o en un entorno ya existentes.
Cuando miras este proyecto de vivienda o la Antivilla ya acabada, ¿te sientes orgulloso?
Lo veo de dos maneras. Por un lado, he conseguido cierta notoriedad gracias a ello. Pero por otro lado, el alquiler barato de nuestra casa no ha conseguido hacer que baje el precio del resto de alquileres de la zona. Para que eso ocurriera tendríamos que seguir construyendo más casas. La economía de la atención es bastante contraproducente a veces. De cualquier modo, creo que como arquitecto tienes que conseguir llegar a algo.
¿Tienes la impresión de que lo has conseguido?
Berlín me ha acogido extremadamente bien. No es siempre seguro que vayas a una nueva ciudad y te encuentres con que es así de abierta. Pero creo que Berlín tiene una cualidad dialógica muy específica. Por suerte, aquí todo es muy ambiguo. Existe una clara yuxtaposición que hace de esta ciudad particularmente productiva y creativa.
¿La arquitectura es para ti una mera descarga creativa o la consideras también una forma de arte?
Hay un mito según el cual la arquitectura es la madre de todas las formas de arte. Pero yo creo que los entornos para la producción son completamente distintos. Al contrario que otras expresiones artísticas, en la arquitectura también juega un papel el cliente y depende mucho del marketing. A veces tenemos que saber vender el edificio incluso antes de que nos asignen el contrato. Esto me supone un problema porque malgasto mucho tiempo antes incluso de saber qué aspecto tendrá el edificio. Me parece que este cúmulo de circunstancias externas hace que la arquitectura sea un poco más como jugar al ajedrez.
¿Por qué te gusta rodearte de arte?
Estas obras de arte no son más que mercancías. Y como todo viene del comercio y el intercambio, en algún momento me debe de haber interesado alguna pregunta que algún artista me habrá planteado. A veces eso es suficiente, incluso a largo plazo.
Estimado Arno Brandlhuber, muchas gracias por esta agradable conversación.
Para saber más sobre Arno Brandlhuber y su trabajo, consulta su sitio web.
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